martes, 21 de junio de 2011

Un Ejemplo de Vida (Hasta Pronto Chelita)

Analí Cabrera: una vida marcada por la lucha y la esperanza


Desde su aparición en “Risas y Salsa” hasta sus últimas entrevistas en TV, “Chelita” siempre evocó una sonrisa y tuvo una palabra de fe que ya la han situado como un personaje inolvidable

“Chelita” le decían. Era la dulce e ingenua secretaria que por su simpatía y belleza ponía de vuelta y media a quien caracterizaba a su jefe (Antonio Salim), cariñosamente llamado “El Jefecito”, en el sketch del mismo nombre que se hizo célebre en “Risas y Salsa”.
Corría la primera mitad de los ochenta y desde entonces el rótulo que marcó la irrupción de Analí Cabrera en la TV (“Chelita”), también se convirtió, con el paso de los años, casi en su nombre de pila.
Años antes, cuando era solo Analí, la delgada muchacha piel canela era muy convocada a los recordados café teatros por su enorme capacidad para realizar las más disímiles performances de los musicales del momento.
Ello sumado al ojo clínico del ahora exitoso productor de TV Efraín Aguilar, quien la vio actuar, hizo que Analí obtenga un lugar en “Risas y Salsa”, cuando este programa alcanzaba picos de ráting que hasta ahora son un referente en la televisión peruana.
Ahí, además de “El Jefecito”, donde compartió roles con el fallecido Antonio Salim, Rodolfo Carrión “Felpudini” y Mabel Duclós; también protagonizó otros recordados sketchs como “El microbusero”, “El guachimán Pacheco” y, ya a fines de los noventa junto con Adolfo Chuiman, Elmer Alfaro y Betina Onetto, “Guerra de los sexos”. Mención aparte merece su inolvidable imitación al “Rey del pop” Michael Jackson, quien, según señaló en alguna oportunidad, fuera su ídolo en la escena músical.
En todo el sentido de la palabra, “Chelita” se convirtió en la vedette más popular del Perú y símbolo de toda una generación.
Durante su primera etapa en el espacio cómico de Panamericana Televisión, en 1982, Analí se casó con Rodolfo Carrión, quien interpretaba a un secretario “sobón” e inoportuno en “El Jefecito”. Precisamente, en las grabaciones de la citada parodia se habría gestado este romance que ocho años después se terminó.
La actriz cómica se casó por segunda vez con el productor televisivo Luis Carrizales, de Panamericana Televisión, pero luego de algunos años la magia de este nuevo enlace también cayó y terminó con la separación de la pareja a mitad de los noventa.
Acostumbrada a enfrentar nuevos proyectos, Cabrera dejó de lado sus mejores caracterizaciones en “Risas y Salsa” para conducir el programa “Pónte en forma con Analí”, donde mostró una faceta que por su actividad en el mundo artístico poco se le conocía: su preocupación por la salud y la buena forma física.
Tras esto, no era extraño ver a la recordada “Chelita” en cuanto evento deportivo, caminata o maratón se realizaba a beneficio. Trasladó esta afición a su gimnasio ubicado en San Miguel, en donde siguió cultivando su atención por la salud, a través del deporte, los ejercicios y la disciplina.
Se hizo el paradigma de una mujer saludable, y si lentamente una enfermedad silenciosa iba mellando su cuerpo perfectamente delineado; en su espíritu iba creciendo unas ganas de vivir indesmayables.
Por ello, en junio del 2007, quienes seguían la trayectoria de Analí Cabreara quedaron de una pieza al enterarse que un agresivo cáncer de mama atacaba su salud. La noticia fue un dardo en el seno de la familia Cabrera y de la entrañable relación que había consolidado con el actor Havier Arboleda.
Cuando fue necesario hacerlo, se rapó el cabello, pero ni la desaparición de su melena azabache anuló el optimismo que la caracterizaba.
Pese a sus cuidados y el respeto estricto a las prescripciones médicas que se le daban, en el 2009 su mal se extendió al pulmón derecho y con ello, hasta hoy que cumplió 52 años, tomó un rumbo irreversible. Nunca perdió la esperanza ni la alegría, ni esa sonrisa con la que sábado a sábado edificó un personaje entrañable en la TV. Hasta en las últimas entrevistas que ofreció, siempre tuvo una palabra de optimismo y esa es la imagen que, tal vez sin quererlo, ya inmortalizó para el imaginario popular.

Fuente: El Comercio

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