He viajado mucho, han sido muchos viajes en avión
tanto por el trabajo, como con mi familia, cada uno es una historia distinta, siempre
quedan nuevas experiencias, conocer sitios nuevos, aunque siempre lo diré sigo
odiando la sierra por la altura y su comida, treinta años corriendo al
aeropuerto, jalando una maleta que está a punto de romperse, durmiendo en
vuelos cortos y largos, ir al patio de comidas, etc, pero sigo adorando viajar.
Acompañado de Rossana, volé
a Buenos Aires por última vez en el 2008, me despedí de esta ciudad que tanto quiero,
tras un vuelo largo que juré que sería el vuelo final, llegué dormido, y mi
esposa balbuceaba distintas cosas en el aeropuerto de Santiago (solo sedada
tendrá que viajar de nuevo), pero gracias a Dios regresaré este Junio a este
lugar que siento como mi casa, ya me voy haciendo la idea de viajaré para allá,
tantas o más veces que un Argentino. Me prometí entonces que cada vez que pueda
regresaré a la que si fuera posible sería mi patria.
Antes asociaba los aviones y en particular los
aeropuertos con la muerte, siempre con el miedo de que se pueda caer y joderme
la vida, el miedo imagino que tiene hoy en día mi esposa, y que espero supere
así como yo lo hice, antes de eso, seguirá con las pastillas para dormir y algunas
lágrimas de una de sus más grandes fobias.
Aquí estoy, sin embargo, todavía vivo, abatido
por los recientes vuelos en avión, y algunos viajes de mierda, como el último a
un lugar que nadie conoce pero que se llama “Marcahuamachuco”, el estómago me
sigue ardiendo por tanta mala comida, pero feliz de que regresaré pronto al
aeropuerto y sentir de nuevo la sensación de subirme a un avión. Siguiente
destino, Buenos Aires y la Plata. Obviamente como todo no puede ser feliz, tengo
que tener una pequeña parada en Santiago aggggggggggggggggggggg.
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